Se ha levantado el infierno, los topacios de Dante provocando mi ardor
Entre los vacíos de la sal y las rubias sombras de abedul, todo esqueletos
Y surgieron poetas a la luz de su incontinencia
De carnes vírgenes y doradas, saboreando el frenesí en mi luto
En aquel minuto doblegador del santo diablo
La mano pervertida
Escondida
bajo el silencio de la hojarasca
JLcN
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