que arde el imperioso caos
en mi sala del comienzo
La marca en el iris es dueña del temor ¿Acaso no tenéis miedo a su silueta?
Me disfracé con el rostro famélico de la nada,
me acosté efímero
en sus perturbaciones
Un buzo hueco fui en el final del tremendo paraíso, advertido Mercurio, hijo de un planeta cuarteado
Aún tiemblo sobre su miedo oscuro
Asomando su arco sobre mi yo desnudo
Nunca agaches la cabeza me dijo el pájaro azul: una mueca al atardecer, al albur de los diablos, sus rayos marchitos...
¡Nuevamente Dios!
No descarto sentirte ángel como líneas danzarinas en las palmas de mis manos
Distraída luz cosida a mi voz
La brevedad consiente mi sigilo y yo me someto a su tortura. ¡Amada mía!
Y yo me pregunto...cuando los niños nadan
JLcN
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