El poeta es dueño de sus incertidumbres, vive, escribe y muere con ellas, jamás las sueña.
La transgresión brilla, y sería bella si se abrieran sus portones en los ojos al despertar, y dominar a la sumisión, hermosa paradoja, ¿verdad?, desprendida la camisa del cuerpo.
Una verdad global es rápida entre los puntiagudos dientes de nuestras mentiras. Cuando se abre la nevera sale su frío y se llena de una extraña luz templada. Aún busco la razón antes de morir en una siesta.
¡Algo que hacer!, tal vez fuese apagar el fuego agarrado y arracimado en nuestros pies, con su hoz y martillo, Ay que vinagre. ¡Pisad sobre el polvo, no sobre las llamas que abrazan sentimientos!
Salir al mundo y no encontrar el lugar, ¡oh qué brusco encuentro con la realidad!
El apocalipsis cabe en una hoja de periódico, hoy desayunaré en la fiesta del edén:
¡Algo que hacer!, tal vez fuese apagar el fuego agarrado y arracimado en nuestros pies, con su hoz y martillo, Ay que vinagre. ¡Pisad sobre el polvo, no sobre las llamas que abrazan sentimientos!
Salir al mundo y no encontrar el lugar, ¡oh qué brusco encuentro con la realidad!
El apocalipsis cabe en una hoja de periódico, hoy desayunaré en la fiesta del edén:
Eva y sus mocosos muchachos
JLcN
Hola José Luis, un poema intenso y vivo. Me ha encantado. Besos
ResponderEliminarHola Margarita. Encantado por tu visita y que te haya gustado!!
EliminarBesoss