En el horizonte macizo, aquel horizonte inamovible, dueño de la gran pesadilla,
un olor de preguerra levita
Los cinco sentidos envuelven a mi figura prestada
de verdades oscuras
de impenetrable persuasión y precuela de infiernos
Tarde precozmente ensombrecida,
por preludios
atrapada en la pegajosa pared que se dibuja con difuntos
en los pétalos del molino
del hombre encorvado entre sus dudas, vestido por alargadas sombras
¡toda la curiosidad tras mi índigo!
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Pero nunca el viento mueve
ninguna palabra muerta
Los hijos de la guerra duermen
entre infantiles sueños de un rubio Rimbaud
Todos vestidos por idéntica mortaja
anunciados en el perverso y único color de la sangre
/duermen sintiendo su mortalidad/
presenciada entre los sonidos del último estallido
es un negro refugio
la seca tierra, la que imbuye, en un espejismo
y el sanguinario fusil sobre la niebla marchitando malditas siluetas
Nos sabemos extintos, pero aún así,
volteamos la ruleta de la delicada existencia
Un hombre se aleja de su desconocido hermano
con la distancia de un olivo fantasma
El agravio penetra en nuestros pies
en las grietas de nuestras manos
en nuestra conciencia, sin el sonido orquestal que martillea a los luceros
Tan solo el ensombrecido sonido de hada
Observando
Hombres vestidos de penumbra
JLcollado
Hada triste |
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